miércoles, 8 de abril de 2009


Bajo La LLuvia

Lo dejaron jugar bajo la brisa de los aspersores.
No sé cómo llegamos a tanto, se lamentó Eloísa. Una pelea doméstica nada más, respondió el hombre malhumorado.
Allí sentado con la cerveza en la mano y la cara fija en algún punto desconocido de sus pensamientos, todo el hombre es una expresión de culpa.

-En realidad no quiero que te vayas –dijo- me tragará el resonar de mis pasos en la casa, el vacío se hará grande sin el ruidito de tu cuerpo, sin el movimiento de tu presencia escurridiza.

-Cállate, no sigas, hace un instante maldijiste cada parte de los que soy, querías que me fuera.

-Perdóname.

-Esto no es bueno para ninguno, sobre todo para Danielito. Ya me cansé, estoy agobiada, sin embargo…Eloísa hace una pausa como para recuperar la voz, tenemos que resolverlo de la mejor manera.

- ¿A qué te refieres con la mejor manera?

- Si me voy será después de establecer los términos del divorcio. Buscaré asesoría para determinar los derechos de cada quien.

-¿Derechos?

- Sí, tengo que ver por la seguridad del niño, ¿no es eso lo que hacen las buenas madres? aunque…tú eres el que debería marcharse.

-No quieres perdonar.

- No, no quiero. Se me acabaron los perdones contigo. ¡Mírate! con todo lo que pasó sigues agarrado al trago.

- Esta bien, hablaremos después, Dani está esperando a que prenda los aspersores. ¡Pobre diablito! al menos algo de distracción lo hará olvidarse de nosotros así. ¿Vienes?

Eloísa lo siguió más por inercia que por convicción. Se sentó en una de las sillas desdobladas que él había acomodado junto a la suya. No hablaron, miraron al niño correr en la brisa fina de los aspersores. En su risa plena ya no hay restos del dolor de hace una hora, ni en su voz la desesperación por querer detener algo de lo que no tenía control. Ahora corre con los brazos en alto y grita felíz.
-¡Mamá, papá, vengan, es bueno reír bajo la lluvia!
Beatriz Osornio Morales

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