lunes, 24 de octubre de 2011

Algo Inmanente


Recordó que debía asegurarse de que los niños comieran antes de marcharse. Faltaban escasas dos horas para que partiera el avión.
Era casi medio día, el azul del cielo alcanzaba a entrar por la simetría de la ventana, dibujando  un rectángulo de luz en la mesa.
  -¡Vamos chicos! a la de tres, sentados en la mesa…y a comer se ha dicho.
  -¡Pero mami! estamos jugando de lo más divertido que te puedas imaginar.
Siempre los excesos enfáticos de los niños acabaron por ablandar su firmeza, y bien lo saben.
  -¡Carina!
  -Sí mami, ya vamos a terminar esta sección del rompecabezas y ¡listo!... ¿Si ves el brazote de buzz?
  -Se olvidan que tengo que estar en el aeropuerto en menos de una hora….
  -Ah, sí mami…pero no, no nos olvidamos. Un minutito más y ya.
  -¡Rafa! bueno, si no alcanzan a terminar de comer, recogen ustedes solos, ya están grandecitos. Parece mentira que a sus casi quince años todavía se entretengan en armar rompecabezas de toy story.
Nunca le gusto salir sin dejar todo en orden. Sin embargo, aquel día no tuvo más remedio que encargar la tarea a los chicos.
En el trayecto al aeropuerto, pensaba (mientras fijaba de vez en vez los ojos en algún velero lejano) en lo aprehensiva que se volvió desde que tuvo hijos (sus velas infladas por algo traslúcido, sugieren algo inmanente) Trató de convencerse de que este corto viaje a Canadá (un fin de semana) sería beneficioso para todos. Los niños pasarían tiempo con su padre, y éste tendría la oportunidad de conocer la “dulce” responsabilidad paternal, que nunca parecía tener prioridad en su vida mientras tuviera trabajo, típico de un trabajólico. Y ella, quizá logre relajarse un poco.
Hacía tanto que no tomaba una copa de vino. Lo que más le gusto de la fiesta, es que logró deshacerse de la sensación de extravío que le llega siempre cuando está sola, en otro lugar que no sea la casa o el trabajo.
Por el ovalo de la ventanilla caben, increíblemente figuras de nubes completas. La virtualidad de la imaginación se convierte en una  experiencia real aquí.
  -¿Bueno? ¿Si?
  -¿Quién habla?
  -¿Carina, me escuchas? Soy yo.
  -¡Mami! qué gusto ¿ya vienes de regreso?
  -Sí, el avión acaba de aterrizar, aún no para pero estaré en casa en poco tiempo. En cuanto recoja el carro del estacionamiento voy para allá,  nos vemos, le avisas a tu papá…
  -Bueno,
  -Espera, mejor no le digas nada, que sea sorpresa cuando vuelva del trabajo.
  Salvo estar manejando en el lado contrario de la carretera, el regreso a casa parece idéntico a la partida, excepto que hoy hay más veleros blancos en la península.




Beatriz Osornio Morales. Imagenes de la red.


15 comentarios:

Nereidas-andresdeartabroblogpost,com dijo...

Entrañable tu narración , , en cualquier vida sucede y en cualquier momento. solo que al regresar hay mas veleros y es mas intenso el viento, .
Hermosa tu narración.
un beso

Jo dijo...

no se si esto lo habia soñado... de pronto me senti como en un story board.

ya lo habia leido?

te abrazo desde tierra firme aunque yo me tambaleo un poco a veces.

creo que cuando sea grande quiero ser como tu :)

Maritza dijo...

Inmanente es la relación entre padres e hijos...tanto como ese viento que hace inflar las velas de esas embarcaciones. Todo sigue su curso, como debe ser.
Bueno, hablo de "Padres" con mayúsculas...

Bello relato.
Emociona.

ABRAZOS MILES.

MAJECARMU dijo...

Entrañable,cercano y directo...Todo pasa y todo queda,amiga.La vida se nos va,los niños crecen,disfruta todo lo que puedas de ellos,los míos ya están lejos.Gracias que los veo todos los días por Skay,si no sería muy duro.
Mi felicitación por tu bello escrito.
Mi abrazo siempre.
M.Jesús

Eleanor Smith # dijo...

Algunas veces, regresar produce alegría.

Gracias Beatriz por las palabras en mi nueva casa *

Un beso o 2 #

Jo dijo...

Por lo que me haces volar... http://cerrandoporderribo.blogspot.com/2011/10/caminos-distantes-y-distintos.html

Miguel Bueno Jiménez dijo...

Respirar el propio aire, aunque sea en un escapada para mirar de lejos, confirma que los lazos son tan fuertes que se refuerzan con la distancia.
Expresiones
Piedra

LUIS TORRES dijo...

Siempre hay buenos vientos cuando uno regresa de ninguna parte...

Muy enrañable tu relato.

Saludos.

FJavier dijo...

Uno se encuentra donde está su corazón, qué duda cabe. Que el viento mueva las velas o sujete las alas mientras viajamos no solo no nos aleja de aquellos a los que amamos, nos acerca. Tu manera de decirlo es cálida y cercana, Beatriz, y le hace a uno añorar aquel tiempo en el que la fruta y el sol llenaban todo el espacio de un emocionante e intenso aroma de vida.
Un abrazo.

tecla dijo...

Entrañable y tierno relato o como queramos llamarle. Me resulta completamente familiar y cercano. Me he identificado absolutamente.
Te abrazo con todo mi cariño.

BEATRIZ dijo...

será el aire o el cariño lo que inflama los corazones y las velas de los veleros, tambíen lo que los mueve...

Mil gracias por sus aportaciones, de las que sigo aprendiendo.

Abrazos.

ALBORADA dijo...

Bellísimo relato, con esa forma narrativa franca, entendible, abierta...
Regreso a casa, los hijos crecen, la vida continúa entre contrastes blancos y azules.


Gracias Beatriz, por tus palabras de ánimo en mi espacio.

Por aquí me quedo.

Leovi dijo...

Un buen relato. sí, es cierto los hijos te hacen ser más aprensivo, siempre te da la sensación de que estás olvidando algo. Saludos.

Cecy dijo...

Un recorte tan importante, una imagen única, ese momento del regreso...poder tomar nota de el, con sus sensaciones y emociones.
Me ha gustado y mientras te leía, me preguntaba porque siempre al regresar de un lugar siento que el tiempo es mas corto.

Un abrazo!

josef dijo...

Buen relato Beatriz. me encantan los veleros, creo que me iré de velero en el próximo viaje. Ahhh quien pudiera...

UN abrazo.

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