viernes, 22 de junio de 2012

Crónica de Mazatlán












Decía que mañana será distinto. Empezando por levantarse temprano, tomar café, desayunar a medias y en lugar de baño de tina, un regaderazo. Será un día de cambio, por lo menos de hotel. El rezago es al empacar objetos que al momento de acomodar, parecen multiplicarse, o el espacio en las maletas reducirse. Una serie de cosas suceden en los viajes consecutivos. Yo disfruto viajar pero una de las cosas que más me cansa, es empacar, desempacar, volver a empacar, y desempacar…incesantemente; de tal forma que ya no se sabe dónde quedaron las cosas, los acomodos anteriores se van perdiendo entre las prisas, el olvido o subsecuentes acomodamientos de objetos, fragancias, zapatos, sandalias obsoletas que han sido abandonadas a propósito en algún closet, buró, basurero de hotel. Están también las resientes adquisiciones; una gargantilla de piedras pulidas hasta la geometría del vidrio, las playeritas que no sé si usarán las niñas chinas, lo que pensé para los demás y no compre por la economía.

Mañana iremos a otro hotel en Bahía Esmeralda, tendremos una  semana más desempacada. Hoy no importan los acomodos sino hasta el final que se pospone siempre.

Durante la ostentosa semana que comienza, me asquearé de algo, estoy segura. Dos semanas de ir y venir por los jardines bien plantados, albercas al día con peces cultivados, el aroma a limpieza hecha por alguien más, las sabanas suaves cambiadas a diario, la inmediatez de tomar el teléfono y reportar desperfectos, es que sí, algo hastía sentirse así, no ser capaz de irse, irse ya, antes de que terminen las dos semanas de playa, irse, porque no, allá, aquella ciudad en las montañas, entre las paredes agrietadas por la negligencia del gobierno y los propietarios de las casas, para ser precisos, irse a Morelia, al barrio de tercera, donde nunca se termina de construir y las casas ya están en decadencia, las calle, las aceras también tienen fragmentos en construcción desde hace no sé cuantas décadas; la casa sigue inconclusa, no hace mucho fuimos a verla y estaba casi terminada, es una lástima que la planta alta esté al concreto crudo, sin pintura. La planta baja se ha puesto habitable. El exterior nunca se pintó y las paredes están llenas de grafiti. ¡Cuánto la añoro!



Beatriz Osornio Morales

16 comentarios:

josef dijo...

A veces valoramos mil veces más un hogar con sus pegas y desperfectos que mil hoteles de lujo.

Un abrazo.

Rafael dijo...

Se añora más una tienda de campaña, una litera en un refugio de montaña, que un apartamento en la playa. ¿Por qué...? A lo mejor es que en esos pequeños espacios uno es libre y puede abrazar la soledad.
Un abrazo en la tarde.

Maritza dijo...

De hecho los cambios siempre provocan cosas dentro de uno... Y aunque sea por motivo de un viaje, que pudiera ser sinónimo de "despejarse" un poco, de renuevo, siempre tiene un lado que no nos gusta mucho (ejemplo el empacar y desempacar que nombras), siempre, siempre hay algo...
Y luego cuánto se extraña lo nuestro, lo simple... se extraña donde nos sentimos más nosotros mismo, donde "nos somos" y "nos encontramos" realmente...

Mis abrazos, querida Beatriz.
Feliz fin de semana
(en hotel o en casita)... :)

Leovi dijo...

Sin duda un precioso viaje. Yo no desempaco, abro la maleta y la pongo abierta debajo de la cama. Eso si, todo está siempre arrugado. Saludos.

Anónimo dijo...

Por mucho lujo que haya y muy exótico que sea el lugar...como en el water de uno,no se "caga" en ningún lao ;)

Daniel Eduardo Gómez dijo...

"Y la cabra al monte tira" sin alusión de comparación sino amor por el terruño.
Los viajes a zonas turísticas huelen a plástico de tan preparados y si bien nos impactan los ojos los paisajes regresamos sin ellos en las manos. De ahí la compra de cachivaches para acordarnos de que hemos estado.

Después de leerte me siento feliz de que nos hayamos encontrado.
Tienes un estilo ameno y confidencial que me gusta mucho.
Te invito a agregarnos a seguidores para estar al tanto de las publicaciones.

Un abrazo

virgi dijo...

Unos días de hotel no están mal, pero al final, siempre añoramos nuestro nidito
Muchos besos.

tecla dijo...

Creo que los hoteles de lujo son de lujo porque son los más parecidos a casa. Si no en el lujo sí en la calidad y hacen que nos sintamos bien. Como en casa.
Ese es el lujo. Sentirse como en casa.
Aunque esté sin terminar y tenga desperfectos.
Paradójicos somos.
Hay que ver.
Si es que no nos entendemos ni nosotros mismos. Cómo pretendemos que nos entiendan los demás.

Gizela dijo...

Bueno Beatriz...concuerdo contigo, en el fastidio de la desempacadera y empacadera...
Pero no me molesta un par de semana de limpieza ajena o jardines bien cuidados
Nada mejor que vivirlo a intensidad, para regresar a casita...que siempre será el mejor sitio...
Porque casa es mucho más que pinturas y concreto, mucho más que pueblo
Casa es donde nos sentimos en hogar.

Me gustó el relato, fluidez y arte, para llegar con sensaciones

Besossssss y lindo finde!

Miguel Bueno Jiménez dijo...

La emoción de preparar, ir, buscar los rincones de la añoranza, perderse en los recuerdos y volver... volver para soñar con el futuro reencuentro.
Abrazos
Piedra

Juan L. Trujillo dijo...

Verás, amiga: esto es cuestión de edad.Cuando se es joven, como se está fuera de casa no se está en ningún sitio. Es mas ni se duerme la noche antes de iniciar el viaja.
Después, el mejor viaje es el que se hace en la ruta de la sala de estar, subido en unas pantuflas.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Pues, me he perdido aquí también, no he encontrado claridad y apenas me queda algo en la memoria de lo que he leído.

La prosa no es limpia, no la has trabajado, al menos eso parece. Me confunde que empiezas en segunda persona y luego en primera, esos giros son buenos, pero aquí no logra alcanzar cierta estabilidad.

En la primera frase del relato, empiezas con un gerundio, eso afea el lenguaje, además la primera frase siempre debe ser genial, que atrape al lector, no lo consigues.

Luego dices: "tomar café, desayunar a medias" no me termina de convencer.

Y el "de" lo repites incansablemente.


Lo dejo, aquí.


Un besazo!

BEATRIZ dijo...

Hola a todos,
Voy a explicar un poco a cerca de éstas crónicas de autoexilio.

No son trabajadas como bien lo hace notar Cielo. Son experiencias personales que quiero conservar lo más parecido posible a como van sucediendo. Quizá debe intentar trabajarlas un poco en su dialéctica para expresar mejor ante el lector. Y empezar a utilizar más estética en la prosa aunque no me apetece del todo, sí concuerdo en la claridad, no tanto de la historia, sino del lenguaje...Bueno, quiero seguir esa naturaleza paradojica que me ha guiado por tan buenos caminos.

Y estoy tremendamente agradecida por la retroalimentación y el aporte de sus comentarios, hoy especialmente de Cielo.

Mercedes Pajarón dijo...

Esta entrada es perfecta para mi primer viaje a tu blog! Quería darte las gracias por haber pasado por el mío y por tu comentario... Y de paso confirmo ese horror a hacer y deshacer maletas...

Un saludo y hasta pronto!

Trovator dijo...

Grandes días que se vislumbraban! Espero que hayan sido como los imagino, llenos de alegría y un gran descanso interior! Esa añoranza... vaya que se la siente.

Un abrazo!

epistolario segun san alvaro dijo...

Hola

Morelia y Mazatlan son 2 de mis ciudades favoritas, tan distintas y distantes pero ambos con un encanto único y hombres muy guapos.

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