jueves, 22 de agosto de 2013

La mecánica de las muñecas


... Inclusive pensaba salir a navegar esta tarde, con solo un barco de papel en el bolsillo y unas cuantas palabras desaliñadas al reverso de la vela, pero sonó el timbre de la puerta y aunque tuve la corazonada de no abrir, me invadió una sensación  de  culpa y responsabilidad,  como la que padecen algunos cristianos por la muerte del Redentor, era la niña que vive en la casa de enfrente, traía consigo una muñeca descabezada.

-dice mi mamá que si podría arreglar a Tatiana- se apresuró a decir la niña sin siquiera saludar.

La tarde en el río debía ir ya rumbo al naufragio, bajo el follaje de los árboles cubiertos por la luz del atardecer,  las sombras  expandiéndose en todas direcciones al grado de eclipsarse unas con otras jugarían a ser la noche. El otoño tardío es así, la noche no se hace esperar.

-Supongo que Tatiana es esta señorita de ojos verdes- respondí al tomar la muñeca  y la cabeza que la niña me extendió, una en cada mano,  mientras me miraba a la cara con una sonrisa expectante.
-Sí, yo misma le puse el nombre-
-ah! es lindo- dije
- Mi abuelita era rusa ¿sabe?- increpo la chica un tanto orgullosa de su lógica respecto a  nombres- y como Tatiana fue un regalo de mi abuela antes de morir, supuse que a la muñeca le gustaría llamarse de tal forma que se le relacionara con Rusia…después de todo también ella es rusa- continuó diciendo la niña.
-Ya veo.
-¿No le parece que tiene sentido?
-Absolutamente…pero dime, ¿cuántos años tienes tú?
-Ya cumplí ocho- dijo esta despejándose  de la cara un mechón de cabello rojizo que se le había escapado de la trenza,  tejida al centro de la cabeza en forma de gajos alineados.
-Veré qué puedo hacer por Tatiana.
-¿Puedo venir mañana? es que duermo con ella…y tengo que peinarla todos los días, mi abuela decía que en Rusia, las niñas aprenden el cuidado de los otros por medio de las muñecas…aquí solo jugamos con ellas, pero… -Yo miraba con curiosidad-  verá usted, si  no puedo cuidar una muñeca no seré capaz de cuidar a nadie- continuó diciendo la niña,  consternada.
-Es mucha responsabilidad para una pequeña- sugerí  en mi mente -pero me temo que esa es la realidad, no sólo en Rusia, el instinto maternal de las mujeres se explota desde los primeros años. En una cosa tiene razón la niña, aquí solo juegan con las muñecas… y cada vez se reparan menos, las muñecas y otros juguetes se desechan en cuanto algo falla o se rompe.
-¿Cómo te llamas?
-Sonia! -respondió la pequeña con una mueca vivaz.
-Claro,  Sonia,  puedes venir mañana, no te aseguro que este lista porque tengo otras muñecas que arreglar, pero  al menos puedes peinarla ¿te parece?
-Bueno, hasta mañana- se despidió  Sonia tranquilizada por la posibilidad de visitar a Tatiana,  de igual manera que se visita un enfermo en el hospital. En seguida,  dio  vuelta para bajar el escalón del portal.

Yo la observe cruzar el patio y la calle de enfrente,  como se miraría el barco de papel alejarse en la corriente de un río tranquilo,  pero invencible, pensando a la vez en las  muñecas rotas que me aguardaban en el ático. Cada una con su nombre e historia personal, aunque esta última imaginada, conjeturada por las lesiones,  y una que otra recomendación de las dueñas.  Los detalles específicos, nunca los he querido saber. Razones personales, re huyo a la literalidad, de otro modo  no estaría en este negocio, las muñecas me salvan del naufragio.



Beatriz Osornio Morales. 

18 comentarios:

BEATRIZ dijo...

Hacía un buen que no subía cuentos, pues bien, espero que disfruten de este que hoy hace su primera aparición pública ante ustedes.

Saludos ;)

Rafael dijo...

Tierna narración la que nos dejas y acabo de leer. Felicidades.
Un abrazo.

Ester dijo...

Que bonito oficio reparar muñecas, sueños de otros, infantiles, yo llevé a mi muñeco a un hospital para juguetes pero ya nunca volvió a tener la misma mirada, quedó distraido. Me ha encantado tu relato. Saltos y brincos

Alejandro Villa dijo...

Me gusta, aunque la revelación de lo imaginado pudo ser de otra de otra forma, y me pregunto ¿habrá continuidad (o anterioridad) de ad de la historia o del personaje?

Unknown dijo...

Hermosa historia: aprender a cuidar de los otros.
Salu2.

Gizela dijo...

FELICITACIONES!!!!!!!
Precioso, me ha encantado
Beatriz, está super bien escrito, no le falta ni le sobra nada
Es UN SEÑOR CUENTO!!!!!

Besosssss ESCRITORA!

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Créeme que he disfrutado. me encanta leer un cuento con la frescura de este. ESo de reperar muñecas debe tener un sabor no sólo a cirujano, sino como se deja ver en el final de tu cuento, también a remendador del alma.
UN abrazo. carlos

Natalia H. Fontijn dijo...

La muñecas me dan miedo. Me parece que controlan, o es un afán de controlar, o sonríen demasiado, no se. Mi hermana las colecciona, y yo me persigno. Un a vea escribi un cuento sobre una en particular, La Muneca Bru. Un dia de estos lo comparto en mi espacio. Tu relato es inquietante, y lleva tu huella, y por esa misma razón, me encanta!
Un abrazo

Fina Tizón dijo...

Para mí este cuento es cien por cien didáctico y con una gran moraleja, Beatriz. Es cierto que las muñecas tienen un componente inquietante, de misterio, como bien dice Natalia, pero eso depende como intentemos verlas y como intentemos imaginar el desarrolo de este cuento. Yo he situado a tus personajes y su escenario en un plano más relajante e instructivo.

Un abrazo, amiga

Fina

Leticia dijo...

Recrear o reparar juguetes, oficio de la mano de imágenes surrealistas como ellos lo son y que nos representan, son al fin y al cabo extensiones de nosotros mismos; sean muñecas, soldados, armas... juguetes. Y sí aprendemos de niños los roles asignados por la sociedad a través de los juegos y con juguetes. El comportamiento de los roles , por ejemplo el de mujer-madre (léase centinela de la infancia del hombre o mujer) en tu relato. Por ejemplo, hasta hoy los niños no es común que juegen con muñecas, y sí algún valiente lo hace inducido por su(s)hermanita(s) hay de él...
Aquí la narración mira no sólo al oficio "de jugar a volver al modelo original un juguete". Bien llevada e interesante tema para el lector sensible.
Un placer leerte como siempre, y te quiero preguntar ¿no podrías repara mi muñeca, le falta un bracito?... Beso

Luis de Burg dijo...

me ha conmovido inmensamente, hasta tuve la certeza que derramaría alguna lágrima al terminar la lectura, conteniendo la respiración logré a duras penas, deletrear la última palabra y salir sobreviviendo de tu cuento, me ha impresionado la forma como lo has contado, desde el comienzo, donde sin querer me imaginé a un suicida con su barco de papel en el bolsillo, estoy escribiendo este comentario completamente emocionado, aún tiemblo por el proceso de haber entrado y salido de ese mundo que te has creado, soy demasiado susceptible, siento mucho no poder escribir nada mas, tengo la mente en blanco, simplemente darte las gracias por publicarlo, volveré a leerlo, un beso

Julie Sopetrán dijo...

Me parece un cuento excelente, el tema de las muñecas me resulta fascinante, misterioso, real, fantástico. Me has hecho recordar a mi madre, yo siempre le regalaba muñecas, la encantaban y las ponía encima de las camas, unas sonreían, otras abrían y cerraban los ojos... Y ella disfrutaba horrores con sus muñecas, ya bien mayor la seguían gustando. Y sí, ella vivía siempre para los demás... Te felicito Beatriz.

Àngello dijo...

me encantaron tus letras amiga, me gusto mucho, saludos.

gracias por tu visita a mi blog, y si me lo permites, seguire viniendo a leerte.

saludos desde Monterrey.

Vagamundo dijo...

Las muñecas, de noche, a hurtadillas, fabrican su propio mundo a raíz de las palabras con las que nos las hemos imaginado hablando...

Betty Mtz Compeán dijo...

Un precioso cuento, el oficio de reparar muñecas tiene algo de mágico, creo que al mismo tiempo también se reparan sueños.
Abrazos y feliz semana.

Leovi dijo...

Excelente historia, curiosa forma de adquirir responsabilidades, pero creo que solo es juego símbólico!

Lau. dijo...

Qué cosa tan bonita..

Yo también empezaré a leerte! :) Que así, da gusto!

FJavier dijo...

Dulce, pausado, lleno de matices, con una voz en off que te acuna mientras te cuenta. Es fácil imaginar cómo se sentirán las muñecas cuando estén entre tus manos curándose. De alguna manera uno se siente reconfortado al leerte. Puede que todos los adultos llevemos dentro los restos de alguna muñeca rota.

Enhorabuena.
Un recuerdo cariñoso.
F. Javier

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