Y ese claro oscuro
puerta, oído, secreto
que todos cruzan,
Remolino
lunar
flota
precipita
acaba en estruendo.
Yo
que estoy de este lado
quizá, me dijeron
del otro
estoy
como después de pasar por un filtro
de ese oído.
Antes de afinar la voz
que lo pronuncia a uno
le nacen piernas
y la extremidad del
corazón,
allí
brotan a cada brote
las hebras
del sueño de la muerte.
¿Qué es ese resplandor? otro
candil
para cruzar
el oscuro gigante.
Beatriz Osornio Morales
9 comentarios:
¿En cuántas ocasiones, cuando lo vemos todo oscuro en nuestra vida, no echamos en falta un buen candil?
Un abrazo, Bea, sigue alumbrándonos con tu creatividad.
Tenemos tantos candiles que cruzar...
Un abrazo Bea.
Salvador usaba ese candíl para salir a regar de noche el maíz.
Nunca imaginase que le ibas a dedicar tan bello poema.
Abrazos
Piedra
¿Quién es Salvador? como sea, me agrada ese comentario tuyo.
Gracias a los tres.
Quizá siempre la luz nos ayuda a sortear el monstruo de la muerte en todas sus formas.
ME encanta tu estilo poético.
Abrazo.
Lo malo es cuando descubres que no existe el otro lado. Ni este. Posiblemente, ni los candiles.
Abrazos, siempre
Todo es imaginación...
ir, en espiral liberar la pluma y concatenar ideas que se construyen en la mente del lector, con o sin un candil leo un poema.
Besos Bea.
Buen poema Beatriz!!
Hace poco saqué una foto a un candil, parecido, sobre unas rocas en el mar jajajaja!!
Creo que todos llevamos uno
Y apagamos y encendemos su luz con cada paso...
Besotessssss
...y de qué lado está la luz que no deslumbra...?
Me haces pensar,Beatriz...un beso.
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