sábado, 15 de febrero de 2014

EL MAL SUEÑO DE LAS BALSAS





No hay silencio en el mar
ni siquiera cuando el ahogo es inminente.
La razón es absorbida por un gran
resuello de  olas altas,
devorada hacia un adentro impensable,
la vida de las balsas se encuentra
aturdida, confusa por un respirar de pulmón
azul,  que jala, pulsa
y arranca de los ojos la luz,
como si fuera  escama de pescado.
Toda  entereza se va
solo queda el instinto,  
el animal interior se aviva,
 su fonema es un latir de músculo descarnado
en los ojos opacos.
Es un ruido intermitente
el ruido del mar, su sexo
agitador de indiferencias, furia de dioses.
No es posible ser indiferente
a la gutural palabra de mar, grande para las balsas,
inteligible sueño de barcas abandonadas para el náufrago.
El mar se interna en el corazón expuesto,
y no hay silencio, hay sal. No hay fin.
En el mar solo hay continuidad.
Al caer la mañana el mar retoma
la tranquilidad.
Es un valle de libertad para las balsas
que sueñan.




Beatriz Osornio Morales

Entrada destacada

Sin que la noche sepa

  Plantaré flores sin que la noche sepa, lejos de todas las ausencias. Porque aún siento la oscuridad reírse en  mí,  con sorna, de lo cómic...