“Si
nosotros los poetas, que estamos para querer nada, no nos interesamos por los
Billy Woods de este mundo ¿Quién lo
hará?”
Quise dar comienzo a este post con la cita de arriba, puesto que en
esencia es el alma de la novela “Oscar Wilde y una Muerte sin importancia” del
escritor británico Gyles Brandreth. Es el primer libro de una serie. Aunque más
que el alma de la novela, lo que proyecta la cita es el alma del poeta.
Me cuesta trabajo creer que me haya topado con este libro, donde
Brandreth crea una novela histórica de misterio, basada en hechos reales en las
vidas de Oscar Wilde, Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, ni más
ni menos, y Robert Sherad, poeta francés
y biógrafo de Oscar Wilde , como personajes principales. Oscar Wilde se presenta
como el personaje central de la novela. La historia es narrada por Robert
Sherard, quien según se sabe fue amigo de Oscar en la vida real, para
corroborar este hecho, como prólogo del libro viene un escrito tomado de las
memorias inéditas hasta 1939 que escribiera Robert Sherard.
“Oscar Wilde y una Muerte sin Importancia” es realmente un libro
imaginativo. Gracias a que a alguien se le ocurrió escribirlo, podemos
regodearnos con la fantasía de conocer y estar entre grandes poetas y
solemnidades de la literatura anglosajona. Oscar aparece bien personificado
creo yo en sus diálogos:
“La
tuya es una vida de romance, y el romance vive de la repetición. Cada vez que
uno ama, es la única vez que ha amado. En la vida solo se puede tener una gran
experiencia, a lo mucho, y el secreto de la vida es reproducir esa experiencia
tan frecuentemente como sea posible. Tú tienes el secreto de la vida Robert, te
envidio.”
Tratándose de figuras tan reconocidas en el mundo de las letras, la
tarea de escribir este libro seguramente tomo además de osadía, un brillante
talento para la investigación, pero sobre todo, el conocimiento y admiración de
la obra de estos magnates de la literatura.
Quiero dejar aquí la traducción parcial del texto de
Robert Sherard, y así afianzar la voz que nos introduce a la gran aventura de
este misterio:
“Mi
nombre es Robert Sherard y fui amigo de Oscar Wilde. Nos conocimos en París en
1883, cuando él tenía 28 años de edad y ya era famoso, yo tenía 22 años y casi
desconocido. “No debes llamarme Wilde” me dijo en nuestro primer encuentro “Si
soy tu amigo, Robert, mi nombre para ti es Oscar. Si solo somos extraños, soy
Mr. Wilde” No éramos extraños, no éramos amantes, éramos amigos, y después de
su muerte, me convertí en su primer –y más fiel- biógrafo. (….) No estuve a su
lado en el modesto cuarto del modesto inn donde murió. (….) pero a cientos de
millas de distancia donde leí de su muerte solitaria, y oí del supremo abandono
de aquellos con quienes él fue siempre bueno, tuve la determinación de contar
todas las cosas que yo sabía de él, decirle a la gente lo que realmente era,
para que mi historia ayudara al mundo a tener un mejor entendimiento del hombre de raro corazón y genio.
Estoy
escribiendo esto en el verano de 1939. La fecha es Jueves, 31 de Agosto. La
guerra se avecina pero no significa nada
para mí, quien gana, quien pierde me tiene sin cuidado. Soy un hombre viejo y
enfermo ahora, y tengo algo que contar antes de morir. Quiero completar el
record “terminar el retrato” lo mejor que pueda pues, como en un bosque de
pinos en el sur de Francia hay grandes fragmentos quemados, también en mi
memoria, hay mucho que he olvidado, mucho de eso he tratado de olvidar, pero lo
que leerá en estas páginas sé que es verdad.
En
los años de nuestra amistad llevé un diario de nuestros encuentros. Le prometí a Oscar que por 50 años
lo mantendría en secreto. He cumplido mi palabra y ahora, el tiempo ha llegado;
puedo romper mi silencio, debo hacerlo pues tengo el record, estuve allí. Yo
soy el testigo.”
Como dije antes, este texto es solo una suerte de prólogo. La novela
realmente da comienzo con el primer capítulo. Chequen esto. La fecha es 31 de
agosto de 1889, justo 50 años antes de que Robert escribiera el texto anterior.
Pues bien, ese día Oscar Wilde visita una casa en la dirección de Cowley
Street, cerca de las Casas del Parlamento (presumiblemente en Londres) En dicha
dirección Oscar se encuentra con algo terrible e inesperado, el cadáver de un
joven sencillo que él solía conocer. Naturalmente se aleja perturbado. Pero tras
sobre ponerse al primer golpe de dicha perturbación, toma la determinación de
encontrar al culpable de tan aberrante homicidio, y conseguir justicia por el joven. Así nuestro
Oscar se da a la caza del asesino.
Para saber si logra el propósito, tendrán que leer la novela. Está por demás decir
que por mi parte es ampliamente recomendable.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.