Algo
indeseable debe haber ocurrido. Mrs. Keener, una de las maestras de kínder corre
por el pasillo con cara de pánico, la acompaña su asistente, Ms Lawson. No sé de donde vienen pero van en dirección al salón.
Pasan junto a mi tan a prisa que al
encontrarlas no tengo tiempo de preguntar qué pasa, ni puedo estar segura de que me vieron siquiera.
Me
quedo perpleja, la mandíbula al pecho, mirando cómo se alejan
por el pasillo, más adelante se encuentran a Ms. West, otra
asistente de maestros, tampoco se detienen y pronto también aquel encuentro es pasado, sin embargo a ella le instruye Ms. Lawson de paso sobre qué hacer con los
alumnos de Mrs.Keener. –Que alguien vigile a sus niños, tengo que llevarla a su
casa- grita –Estan en el laboratorio de computación- ¿Qué paso?-
inquiere Ms.West –Tengo que llevarla a su casa- repite Ms. Lawson sin
detenerse. Siguen corriendo, ella sosteniendo a Mrs. Keener por el brazo
derecho, y Mrs. Keener con la mirada fija en un lugar distante, frente a algo inevitable. Ya se han perdido en
la esquina.
Espero
a Ms.West para ofrecer mi ayuda y de paso ver si es posible enterarse de algo, pero ella también actúa como si yo no
estuviese allí. Qué raro. ¿Habré muerto sin darme cuenta? pienso inmóvil, mientras las mujeres desaparecen del pasillo como un aroma de otro tiempo.
Beatriz Osornio Morales.