Plantaré flores sin que la noche sepa,
lejos de todas las ausencias.
Porque aún siento la oscuridad
reírse en mí, con sorna,
de lo cómico
que solíamos ser ante la luna;
tirados boca arriba.
Aún creo en ti al medio día;
cerca de la una te creo,
luego viene la tarde en discrepancia.
Basta con darte algo de valor
para quemar las madrugadas,
chuparle un dedo al cielo.
Y todo ese tiempo
no recolectado, haciéndome sublime,
en el colectivo, jugando a la eternidad,
metida en mi propio gusano, como un
portal de tiempo donde viajar.
Alguien más
inventaría una revolución,
letra por letra,
para leer en el semáforo
“en la ciudad de la furia”
un saltimbanqui de fuego,
firmaría cartas sin nombre propio
como Pessoa,
sin sombrero.
Debo admitir que la lluvia
que allá falta, aquí se inunda,
pero no admito los ayes
del poeta sudamericano...
sus voluntades lejanas
como los perros románticos, son raros,
yo apenas recuerdo uno al volante de la Dodge.
Cuando aún era niña
descubriendo la intimidad bajo mi falda,
decidí que un día
plantaré flores sin que la noche sepa.
Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red
6 comentarios:
Plantar flores siempre es una buena opción, cuando se han mustiado las que dormitaban esperando regresara la luna. Escribes precioso. Un placer BEATRIZ!
Gracias Maria,
Bienvenida a este espacio.
Saludos.
Debemos ser nuestras propias semillas para florecer cuando se vuelve más necesario.
Dicho esto.
Interesantes versos, Beatriz.
Saludos,
J.
El problema es saber florecer a tiempo, Jose.
Gracias por tu visita y por tu comentario acertado.
Saludos.
Gran poema con gran desarrollo. Esa transformación de los versos según el momento del día que se relata me encantó. Y metáforas de las buenas, chuparle el dedo al cielo, magnífico.
Saludos.
Osval Do, gracias. Me alegra que te guste el poema. Bienvenido.
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