jueves, 27 de agosto de 2009


LAS CIUDADES Y LA POESÍA

Seamos fieles a nuestro sueño

SEGUNDA PARTE

La dinámica de urbanización alcanza cada vez mayor grado de complejidad, ya no se construye con la pura finalidad de erigir protección contra una realidad ardua, pero el plano de cada lugar es un mapa del recuerdo de la experiencia externa de los hombres y sus sueños, es el lugar que se ha pensado como territorio ideal para sus habitadores, por lo que nos atrevemos a decir que las ciudades se han ido imaginando, se van imaginando, son producto de la imaginación humana a través de los tiempos.
En la actualidad, la imaginación humana conserva la memoria elemental con la que el hombre ha sido puesto sobre la tierra. Lo que el hombre construye tiene remembranzas de los elementos naturales y sus más profundos deseos de bienestar. De la solidez de la tierra ha hecho fortalezas, murallas, paredes de lodo, piedra, metal o cualquier elemento del suelo, para protegerse del frío, el sol, el viento fuerte y las tempestades. Con paredes de vidrio, ha construido rascacielos que simulan cascadas, ríos, o el agua en calma donde se adivinan presagios. De la imagen del fuego, hizo antorchas para calentarse y alumbrar en la oscuridad. El movimiento que hay entre un trazo y otro, entre una columna y otra, una cornisa y un soporte, entre un domo y las simientes, es semejante a la marcha de los pobladores de ese lugar, dejando siempre aberturas disponibles al paso ininterrumpido del aire. La ciudad erigida no solamente en forma horizontal, sino también de forma vertical se consuma en el cosmos elemental. Su simetría toma distintas formas en la imaginación creativa.
Sin embargo, hay diferencias entre una ciudad y otra, atendiendo al elemento que más se manifiesta. Una ciudad frente al mar dista de una ciudad en las montañas. Los habitantes manifiestan una tendencia a imaginar bajo la influencia del elemento predominante: “Dicen que en Luvina los sueños de uno salen de esos barrancos, pero lo único que yo he visto salir de ellos es el viento” (Juan Rulfo)
De igual manera que en la edificación de ciudades, la realidad elemental se hace presente, las ciudades imaginarias han tomado siempre una gran importancia en el curso creativo de la Poesía y la Literatura. Grandes escritores concuerdan en que las ciudades imaginarias están fuera del tiempo y espacio real: “podría hacer un grupo de ciudades un poco abstractas, aéreas, que terminé por llamar Las Ciudades Sutiles” (Italo Calvino) y sin embargo, sin la raíz de la realidad crear otra realidad serían algo casi imposible: “incluso lo que parece evocación de una ciudad arcaica sólo tiene sentido en la medida en que está pensado y escrito con la ciudad de hoy delante de los ojos” (Ítalo Calvino)
Para los amantes de la urbanización, cada ciudad en conjunto es un poema, con cierta musicalidad en sus avenidas, el ritmo marcado por las manifestaciones de sus calles y la furia de sus murmullos.
De tal manera las ciudades toman un concepto completamente humano, en cuanto a que son una estructura arquitectónica, dicho de otro modo, una forma de Arte, sinónimo del acercamiento a la realización de los sueños más profundos del hombre, por tanto aseguramos que la ciudad, es una de las manifestaciones más palpables de la imaginación humana. No es coincidencia que a menudo el hombre se compare con un lugar: “Yo soy, no soy, no he sido/ más que un lugar vacío” espacio al que se llega: “lugar al que llegan de repente/ mi cuerpo y tu delirio” (Jaime Sabines) el sueño continuo de llegar a sí mismo, la realización, el acto de habitar un espacio-universo, parece irse diluyendo en una mentalidad caótica de la urbanización. Lo cierto es que se nos ha hecho creer que en medio de la ciudad y la sobrepoblación, se está más solo que nunca, lo cual contradice la naturaleza de toda ciudad.
Pero lo que define a la ciudad como acercamiento, es que no es sólo la búsqueda del acercamiento al sueño de sí mismo, si no una consciencia plural, un acercamiento entre los hombres discontinuados que la habitan, la ciudad es una línea que encierra un espacio de continuidad, un anhelo de estrecharse juntos contra los extremos peligros de los elementos naturales, estrechar un universo continuo contra la discontinuidad de lo efímero y la muerte.
Beatriz Osornio Morales

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