Apenas perceptibles,
fueron alejándose del bestiario
todas las formas onduladas.
De puntillas
cruzaron la atmósfera de cristal,
como reptiles
huyendo sobre su cola.
La pipa sin ceniza
es el escondite perfecto.
El ánfora
es mi propio burdel,
donde desnudo cada noche
y hago que se prostituya
para mi el tiempo,
hasta que humedezca
el cerebro de perversiones.
Y me atrevo
ante la esencia tuya
que juega en esas criptas,
cuando vuelvo
de nunca irme.
Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.
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