PROSAICO
Ya no siento nostalgia de tu recuerdo,
eso es lo triste; ni a donde irse
a buscar refugio cuando el día
nos vuelve insensibles, es lo vano.
Acudo a ese lugar que fuimos...
sólo para saber casi nada, cosas
de tontos sin correspondencia.
Allí tengo los brazos de molusco;
tu mujer al principio, me confío a su hija,
al final ya no se confiaba de nosotros
juntos, por fortuna.
No sé si fue un presentimiento
que tú hayas tenido que aclararle,
o desviar del camino como hice yo
con mi compañero de soledades,
para hacerlo tu amigo.
No dudo que lo haya sabido
a solas, enfrente de todos
mientras bailabas tu máscara de infiernos,
los amantes saben esas cosas.
La cara de tu madre tampoco era la de siempre,
parece que nos vio a ti y a mi, echarnos
a rodar en un saco vacío, donde nadie más
estando, estaba presente.
Soy feliz de quererte
con este amor, donde ni el sol
ni la distancia nos acerca.
Somos el fuego interno del árbol.
Alguna vez quisimos ser más...
Tú arrancaste sombras malas de los ojos,
yo plantaba palabras en la tierra
del pecho, raíz hecha rama.
Los demás no sabían lo que eramos.
Ya no somos la misma lluvia, ni la misma
metáfora andando entre los autos, aquellos
vehículos vienen en sentido contrario.
Tu recuerdo se ha quedado solo
con los años, contar el tiempo sigue
de moda. Y ahora que por fin
nos hemos perdido y, hemos dado
fruto, yo no tengo a donde ir
en esta gran ciudad atestada
de bares, jardines de humo y putas.
Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.
Nota: Espero que disfruten el cambio de tono, y tengan todos una excelente semana.