viernes, 7 de agosto de 2020

La Música y Un Cometa Azul

 

    Aun cuando uno de mis hijos solo quiere sentarse en la única silla que hay en la habitación, no en la

cama junto a mí, y el otro si no esta con la cabeza metida en el electrónico, se la pasa  brincoteando por

toda la casa; estos cinco minutos de cometa, o esos 30 de música, son lo mejor de mis días en el diario

porvenir. 


Mi hijo de 14 años elige estar conmigo cada vez menos, conforme crece en estatura, crece en individualidad, por eso es que cuando entra a mi cuarto y se queda más de cinco minutos, aunque no hablemos,  para mi dice tanto…


Los dos amamos la música. Junto a la única silla que hay en la habitación está un estéreo portátil. Él siempre termina siempre prendiendo el radio. Le cambia de estación hasta que la frecuencia cae en una canción que le gusta, o hasta que yo le digo -¡Esa!- o -¡Déjale allí! A veces coincidimos en los gustos, otras no,  siempre está el cambio de sintonía para cuando no.


Momentos así son raros y se atesoran. Uno siente la comodidad de cuando está solo, y a la vez la certeza de no estarlo...y es bueno.


Mi otro hijo, el más pequeño ha aprendido hoy a chasquear los dedos, y  ha andado chasquea y chasquea toda la tarde. Dice que empezó por nada, le pareció divertido  el chasquido, pero después de un rato cualquier acción entretenida comienza a fastidiar. Ahora no puede parar aunque quiera, dice.


Sale y dentro de un rato entra con su pijama azul puesta. Medio escucha la canción en turno.
Se me acerca como gatito con la cabeza de frente, la pone junto a mi cabeza,  señal de que quiere un abrazo o un beso, todo lo contrario de su hermano adolescente,  que a lo mucho responde con un refunfuño cuando le das los buenos días en la mañana. 

Cuando se me acerca el pequeño, dejo de hacer lo que estoy haciendo, o sea, paro de escribir y le doy un beso  en la mejilla. El chiquillo sale de la habitación chasqueando los dedos y,  dejando  un cometa azul en mis ojos,  hasta la próxima venida.



Beatriz Osornio Morales


13 comentarios:

Enca Gálvez dijo...

Mi querida amiga, estar con los hijos siempre nos enriquece, sabemos que ellos están siempre observándonos gran responsabilidad y al mismo tiempo gratificante porque nos hace ser mejor persona.
Me ha encantado leerte de nuevo, un gran abrazo!

BEATRIZ dijo...

El placer es mío Enca. Bienvenida nuevamente a este espacio que tantos encuentros nos debe.

Abrazo con sana distancia.

Rubén Lapuente Berriatúa dijo...

Beatríz, la vida es ver crecer lo que amamos : los hijos donde navega el perfume de nuestra sangre.En este viaje hacia el cansancio que es la vida, qué sería de nosotros sin ese trozo nuestro, hasta mi infancia es la de mi hijo.
Un beso
Rubén

BEATRIZ dijo...

Hola Rubén, gracias por leer y comentar. Te doy la razón, los hijos realmente nos enseñan capacidades personales que ni creíamos tener.

Saludos.

A.S. dijo...

BEATRIZ...gostei muito de ler tuas palavras! Elas representam a vida real e a relação afectiva que mantemos com nossos filhos, vivendo com eles o seu crescimento e a sua afirmação de personalidade. São momentos maravilhosos em que a emoção nos preenche o peito de amor e ternura!

Saludos! te desejo uma feliz semana!
A.S.

Conchi dijo...

Hola Beatriz, los hijos en la adolescencia son un poco dificiles pero despues se les pasa y vuelven a ser besucones y con gana de abrazar a todas horas.

Abrazos.

BEATRIZ dijo...

Gracias por tu comentario.
saludos A.S

BEATRIZ dijo...

Conchi, gracias, en efecto ya empiezo a ver que poco a poco la luz se va haciendo más cerca. Abrazo

Jova dijo...

Hola, ay querida, me ayuda tanto tu texto. He estado muy irritable en el encierro y peleó y grito mucho a los niños. A veces deseo ese tiempo a solas, mientras ellos estaban en las actividades deportivas o artísticas y mientras tanto yo leía un buen libro. Ahora todo el tiempo estamos juntos, dejo valorar que aún quieren estarlo. Mi hijo mayor tiene 10, va que vuela para la adolescencia, así que debo aprovechar el acercamiento de hoy. Te mando un beso.

BEATRIZ dijo...

Así es Jova, el tiempo no se detiene y aunque cuesta trabajo y es normal que todos necesitemos algo de espacio personal, los hijos crecen y se van. Este es un texto de hace dos años. Las cosas han cambiado un poco. Mi hijo el mayor ya tiene 16 y el menor 13, así que oficialmente ya tengo dos adolescentes en casa, suertuda yo!

Gracias por tomarte el tiempo de pasar y comentar.

Abrazo a distancia. Y salud!

Natalia H. Fontijn dijo...

Maravilloso Beatriz, que placer estar de nuevo por tus lineas. He estado alejada de la blogosfera, pero espero reactivarme y ponerme al día con las lecturas.
Un abrazo grande desde Canadá.

BEATRIZ dijo...

Gracias querida Nat, un placer tu visita y tus palabras.
Me gustaría proponerte algo respecto a la blogosfera ya que estés lista.

Saludos desde Usa.

Pimenta Mais Doce dijo...

Hey dear! Loved your post and allready followed your blog, i want invite you to visit and follow my blog back <3

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