martes, 21 de febrero de 2012

EXTINCION



Antes de que existiera el lenguaje hablado, mucho antes de que se perfeccionara la técnica de hacer fuego, sucedió que muchas tribus,  trágica y absurdamente desaparecieron, por la extinción del fuego o alguna otra trivialidad.

Cansados de alimentar el fuego, los hombres de la campiña de la peña,  trajeron sacos de arena desde el cerro que los locales llamaban (de haber existido un idioma) El Cerro de La Caverna, con una furia inexplicable descargaron la tierra sobre las llamas, éstas se fueron extinguiendo, unas de  golpe, y otras de a poco,  quedando las brasas susceptibles tras la humareda,  finalmente entre las cenizas,  el hollín negro y la tierra mezcladas, la noche ya no mostraba vestigios de luz.

Entonces, las mujeres de la tribu iniciaron una danza ritual alrededor la hoguera sofocada, un canto a la memoria del  fuego.

En la obscuridad solo se percibían los pasos rítmicos de pies descalzos, acompasados, fue un canto gutural que invadió la oscura noche,  el aire fúnebre  de aquella tribu en vías de extinción.



Beatriz Osornio Morales Hampton VA. Julio 2011.

Los seres humanos pensamos y apreciamos las cosas cuando ya han dejado de existir, así somos, pero hoy, quiero apreciar la presencia de cada uno de ustedes, mientras todavía estan aquí. Saludos y gracias.

18 comentarios:

Nereidas-andresdeartabroblogpost,com dijo...

Pues es que somos así tanto tiempo sin hacerle caso a la llave del baúl de los recuerdos y cuando la perdí no podía pensar en otra cosa. En mis canicas de colores en el Barriguitas y en el mechón de su pelo..¡¡¡Uno que es humano!.
Me gusta tu casa y volveré!
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Una bellísima entrada que mantiene la llama encendida para recibirnos en este sitio tuyo.
Un fuerte abrazo Beatriz, buena semana.

Jo dijo...

creo que de a poco cada que vengo ... apilo otro cajoncito lleno de cosas recuerdos notas y pensamientos...

Pluma Roja dijo...

Y siempre estaremos rememorando aquel inicio, mirando hacia el hombre nuevo.

Brillante.

Saludos cordiales.

tecla dijo...

Las estoy viendo, Beatriz. Las estoy sintiendo. Yo estaba allí desde el principio de los tiempos.

Vagamundo dijo...

Periódicamente en la evolución de la especie humana vuelven las etapas de oscuridad y autodestrucción. Desde la prehistoria, pasando por la biblioteca de Alejandría, el oscurantismo de la edad media, las ignorancias xenófobas, las guerras mundiales hasta el cancer seudo-capitalista...

Crista de Arco dijo...

Qué gran verdad Beatriz, uno aprecia el valor de las cosas o las personas, cuando las pierde.
Me gustó tu texto.

Un bezzz

David Cotos dijo...

Muy buen post. Gracias.

Sebastián Hernández dijo...

Decadente y precioso.

Juan L. Trujillo dijo...

Me gustaría encontrar el cementerio de las cosas perdidas, de los sueños no realizados. En ese cementerio pondría ramos verdes de deseos frescos, con el propósito de que reverdeciera de nuevo la esperanza.
Un abrazo.

BEATRIZ dijo...

Gracias a todos por el tiempo que me regalan, es un placer leer sus comentarios.

Estoy teniendo problemas de conexion en la red, por lo que tardo en pasar a sus blogs, pero en cuanto pueda, me doy una vuelta.

Nuevamente gracias.

Alandroide dijo...

Emulando a esa tribu, nosotr@s apagamos el fuego de la vida al desencantarnos del mundo. Una lástima.

Sé feliz! :)

Leovi dijo...

Sí, una excelente metáfora de lo que puede ser nuestro futuro. Saludos.

Jordicine dijo...

Estoy completamente de acuerdo. Es igual que las relaciones de pareja. Cuando cambias, valoras más la que tenías antes... o no. Un beso, BEATRIZ.

FJavier dijo...

"Hay un fuego dentro que tirita ante el viento y a veces se apaga. Con la mirada llena de arena danzo entonces en la oscura soledad aguardando la palabra que pueda volver a encenderlo.
¿Será que el corazón está hecho de palabras?"

Jo dijo...

yde pronto uno se siente aqui como bailando alrededor ... para seguir avivando las brasas mientras la brisa fresquita y las hojas hacen lo suyo para armar el conjunto


*abrazos*

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Beatriz:

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido, dice el viejo refrán.

Gracias por estar.

Abrazos.

Matías Muñoz Carreño dijo...

Qué hermoso texto, desafiante.

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