¿Qué tipo de vidrio es ese por donde se observa un
verde mar?
Una esfera de nácar alrededor de tu cuello,
flota cual satélite en el espacio áureo de tu piel,
mientras en su redondez florecen mis ojos.
Lo mejor del día fue descubrir que alguien
supo hablar de la luz a través del agua, de cómo el agua cambia de color
bajo el
rubor de la luz vespertina, o el suelo del mar bajo su movimiento. Por
lo menos un alma, la de Virginia, supo
descubrir la forma de expresar su esencia y perseguirla hasta su muerte. Sería fácil deducir que su elemento
favorito fue el líquido vital.
Ella era experta en expresar esos
arrebatos de belleza (solía llamar arrebatos a los descubrimientos repentinos,
en los que se deleitaba, sufría o padecía hasta la locura con la misma
maestría, con la que estaba alegre y
osaba sentido del humor corrosivo). Sus palabras aun pintan mares musicales y las palabras sonríen ante su música.
Y hablando de sonrisas parlantes, ayer yo
misma encontré uno de esos arrebatos de belleza, cuando me quede varada de este lado de la pared de cristal, observando dos arbolitos vestidos de color de
rosa que estaban del otro lado,
coqueteando entre sí, ignoraban que desde adentro, eran observados por una
mirada curiosa. Por un lado, la pared de la oficina los protegía de muchas
miradas, y por el otro la pared del
salón de clases. Las dos paredes y el muro de cristal, sospecho que no son
indiferentes a los arbolitos que en ese cuenco se encuentran a salvo del
viento, manteniendo así, sus ramas en
flor, intactas. Yo me absorto, sumida en la transparencia, imantada a la imagen
de los dos árboles rosaseos contra el cielo perfectamente azul, en contraste,
la franja del verde pasto, donde salta a la vista el todo de la primavera que
no se sabe observada. Quizá sean momentos como este, lo que los hombres en nuestra pequeñez
llamamos “el todo”
“En el jardín de St.Eves estaba viendo la cama
de flores por la puerta de enfrente: “Eso es el todo” dije al estar mirando una
planta con hojas esparcidas. De pronto pareció claro que la flor misma era
parte de la tierra, que un anillo contenía lo que era la flor, y era la verdadera flor, parte tierra y parte
flor.”
Virginia
Woolf tuvo la suerte de encontrar el todo en una flor observada contra el
suelo, uno imagina tan bien aflojada la tierra que parece estar aireada; la
perfecta cama de flores, y la flor desplega su osadía en el color de sus pétalos. Al leer
esa narración en el libro “Momentos del Ser” imagine a la flor osada como una
novia que desviste su belleza en la cama.
El estilo de escritura de
Ginia no era pastoril, ni floríl, ni siquiera bucólico, su literatura era adhesiva, multidimensional.
La psicología cósmica era parte del
paisaje, y el paisaje se convertía fácilmente en psicología. Racionalizaba cada
sensación por mínima que pareciera, lo que algunos les parecerá chocante. Pero
sus ideas escritas, cómodamente se transforman en “sensorial reality” texturas que se instalan en los objetos
personales, en la casa, en la mirada, en la mano escribiente, en el subsuelo imaginánte,
o bien el oasis de un pensamiento. Su estilo, tiene la movilidad del agua y
perdura en la flexibilidad cromática de una luz que se arruga.
Al leer a Virginia me doy cuenta de que
no soy la única que padece esos arrebatos de belleza, a los que sonrío a través
de la transparencia que en este momento tú lees bajo mi pretendida
invisibilidad.
Beatriz Osornio Morales.
9 comentarios:
Muchas veces la belleza no está en las cosas, está en los ojos que miran. Abrazos
A mi me sucede los mismo, ahora, en este preciso y precioso instante, en el que las Jacarandas, con sus inigualables flores de color lila, impregnan, inundan, y definen el devenir de mi ciudad. Las flores, con su todo, nos condicionan el paisaje y hasta nuestro estado de ánimo. No son, como muchos creen un convidado de piedra. Son mucho más que eso. Un abrazo desde Murcia (España)
Todo aquello que denominamos "pequeñas cosas", suelen ser siempre las que nos hacen sentir realmente "vivos".
Un abrazo mediterráneo
Fina
La belleza se puede encontrar hasta en los rincones más insospechados.
Un abrazo.
La mejor belleza la encontramos en la naturaleza. Me ha encantado pasar por aquí Beatriz
Lo mejor es ver la belleza donde otros no la notan.
Desde nuestro interior desmenuzamos corpúsculos de luz, donde a veces se halla el universo...
Un placer, Beatriz
Cuanta razón llevas amiga!! la naturaleza nos hace sentir tantas sensaciones... Nos saca todo lo mejor que llevamos dentro, cuando la "descubrimos y sentimos" no podemos pasar sin ella. Un gran abrazo
Era la obsesión de no dejar nada al azar, sino a la capacidad del asombro que descubre y certifica la belleza. Un abrazo. Carlos
Publicar un comentario