domingo, 1 de abril de 2018

EL MUNDO DE LOS CONOCIDOS




-Tú y yo sabemos que un día vamos a morir y a enterarnos de cosas que no sabíamos el uno del otro.
- Pero, ¿A qué con eso?
- A que en once años de matrimonio nunca habías mencionado lo de los entrenamientos en cámara de gas- Respondí sin ánimo de reclamar, simplemente como alzar la ceja ante un acontecimiento.
-¿Cuáles entrenamientos?
- En la fuerza aérea.
- ¡Ah, esos!  ¡Nunca preguntaste! además es cosa del pasado- Argumenta Leynn mientras termina de colgar su ropa en el guarda ropa, asegurándose de que la corbata roja vaya donde están las corbatas rojas. No le gusta revolver prendas de distintos colores.
- Pero ¿cómo podría ocurrirse me una pregunta así?  No sabía y aun no comprendo cómo se las gastan esos cuerpos militares para lavar cerebros y alzarles según ellos, el carácter a los reclutas.
-¡Eso no es nada. Solo una experiencia! Y ya que insistes te lo diré ¿Estás lista para lo que sea?
-Listísima.
-Bueno. Te meten en la cámara que es un cuarto pequeño,  sellan las puertas, sueltan el gas lacrimógeno y en seguida sientes el ardor y la irritación, primero en la nariz, los ojos, la piel, y poco a poco todo se nubla. Lo peor viene segundos después cuando el gas alcanza los pulmones, es una sensación de asfixia tremendamente dolorosa. Te entrenan para saber qué hacer en caso de que un día en batalla o en zona de guerra tengas que pasar por algo así.
-´¿Te dicen qué hacer antes de mandarte adentro? increpo,  mientras me siento medio desnuda en la orilla de la cama, pero sin perderlo de vista. Me gusta ver a  la cara de la gente cuando habla. Él ha sacado la pijama azul cielo con rayas de azul más oscuro.
- Claro. Te dicen que hay equipo que puede servirte para soportar y aliviar la reacción del gas. Observan tus reacciones por un cristal, pero no pueden asistirte hasta el final de la práctica. Allí adentro (o afuera) todo dependerá de ti.
- ¿Qué clase de equipo?
- Una mascarilla de oxigeno, un respirador y agua deben encontrarse a la mano. Técnicamente no están  a la mano, dispersan las cosas, no están a simple vista y tú tienes que buscarlas en su momento. Pero sobre todo observan tu resistencia y  habilidad de mantener la calma, eso incrementará tu posibilidad de sobrevivencia.
-¿Y cómo saben que mantienes la calma? Yo pienso que por efectos del gas puede llegarse a perder no solamente la calma, sino también la conciencia.
-Precisamente observan eso, que tus reacciones sean conscientes.  
-¡Hmmm!-Suspiro, dirigiéndome hacia el tocador y dejando en claro mi falta de convencimiento.
- Pero ¿Cómo supiste lo del entrenamiento?-
Tardo unos momentos para contestar la pregunta, me quedo mirando a Leynn por el espejo mientras termina de vestirse la pijama, y todavía esperando mi respuesta se mete a la cama:
- Me enteré en la fiesta de Yeilan. Cuando tú te saliste, después del pastel y los regalos,  Rayan estaba argumentando con doña Ross y don David (más bien solo con doña Ross)  el hecho de que ya no se practique esa parte del entrenamiento. Excepto con fuerzas especiales o empleados consulares.
-¡Por supuesto que las utilizan! es de entrenamiento estándar- Argumenta Leynn remarcando las líneas que se le hacen en la frente, tan características de  él.
- Eso era lo que argumentaba Rayan con su madre que parecía estar mejor informada en el asunto, según ella, se acababa de enterar por fuentes de primera mano.  Mira,  juzga por ti mismo:
“Doña Ross: ¿Qué crees Rayan? Me acaba de decir fulanito (mencionó un nombre que no recuerdo) que ya eliminaron las prácticas de la cámara de gas de la fuerza aérea.
Rayan: ¿Qué? No lo creo. Eso era lo más divertido de ser militar.
Yo: ¡No sabía que hacían prácticas en cámara de gas!
Doña Ross: ¡Ah, sí! Tu marido debe haber pasado por eso.
Yo: ¡Nunca lo ha mencionado! En realidad no menciona nada sobre su periodo de entrenamiento, y rara vez habla ya de la fuerza aérea.
Rayan: Definitivamente esas prácticas eran de lo mejor,  junto con la de dos hombres en un hoyo cavado en la tierra, los cuales debían pelear a puño pelado hasta que uno de los dos se diera, dijera ¡ya basta! o hasta que pasara el tiempo estipulado por los superiores.
Rayan, da puñetazos al vacío como si estuviese peleando.
Yo: ¿En serio?
Todos ríen. Yo bebo el último trago de mi seven up, deseando que fuera whisky”
Afuera  todo parece haber quedado en silencio, no se oye ni tráfico, solo el ladrido del perro de la vecina irrumpe la casa.
- Es crudo hablar de eso en una fiesta de niños ¿no te parece?-objeta Leynn.
- A mí me lo parece, pero era el cumpleaños de su hijo mayor. Ya sabes que Rayan pretende irlos adoctrinando poco a poco en eso de ser “tough” rudos, y creo que Rebeca sustenta esa práctica, mira que los ha llevado al cine a ver una película PG13 cuando el menor tiene apenas 4 años. Pero bueno, sabemos que Rebeca,  no tiene mucho sentido común.
-¿Cuántos años cumplió Yeilan?
- ¡Diez, es de la misma edad de Kevin! Lo hemos discutido cada cumpleaños de alguno de los dos.
- Ok. Ok. ¿Y Don David qué dijo?
-¿Sobre la película?
- ¡No! sobre la práctica suspendida.
- Don David como siempre se quedo callado, asintiendo supongo. Aunque, yo nunca  sé bien si su silencio es de asentimiento o de reprobación.
- ¡Siempre con su poker face! ¿y cómo no con esa mujer que habla hasta por los codos?
Risas. Me meto a la cama y  recargo la almohada en la cabecera,  para leer.
-Sí, Doña Ross fue la que continuo contándome de cuando Rayan tuvo sus entrenamientos:
“Doña Ross: Recuerdo cuando Rayan regreso de sus entrenamientos, fue duro, traía los ojos lagrimosos, la nariz escurridiza, la cara hinchada e irritada, y eso que ya habían pasado tres días.
Yo: ¡Auch!
Doña Ross: Yo creí que tenía gripe,  intente apapacharlo con cuidados pero me mando a la goma: “No estoy enfermo (me dijo en tono de gendarme) es solo que tuve mi entrenamiento en la cámara de gas, pasará pronto” “Pero debe haber algo que se pueda hacer para aliviarlo, ¡Anda, te preparo una mascarilla de pepinos!” “No insistas, madre, ya te he dicho que pasará pronto” remeda Doña Ross.
Rayan: ¡Esos eran los días buenos!
Doña Ross: Lo serían,  pero me alegra que hayan terminado.
Yo: Entonces ¿De ahora en adelante no habrá más de eso?
Rayan: Me imagino que sí, pues nadie quita la posibilidad de encontrarse en situación de necesidad, en un atentado o...
Doña Ross: Al parecer, según fulanito (el nombre que sigo sin recordar) solamente las fuerzas que se enlisten para servir en zona de conflicto, una vez confirmada su participación, y funcionarios consulares necesitarán ser entrenados para esto.
Rayan: ¡Una pena,  realmente!
Doña Ross: Tú deberías estar al tanto, trabajas para la fuerza, hijo.
Rayan: La verdad no he escuchado nada,  y es raro porque ya sabes que las cosas no clasificadas circulan de inmediato. Debe ser asunto clasificado”
Silencio total.
-Pues a mí también me cabe la duda- Reacciona por fin Leynn con los ojos cerrados en actitud de quererse dormir.
-¿Quién habrá inventado ese tipo de prácticas… para ser ejecutadas también en Inglaterra…?
-..Y en China, ellos escribieron los principios de las ciencias de guerra… claro, se le han ido haciendo agregados y modificaciones conforme al país –Concluye.
-Por eso te decía  que un día vamos a morirnos y a enterarnos de…
- ¡Shhhhhh! Olvidemos el tema, hay cosas que es mejor no saber; apaga la luz y déjame abrazarte.



Beatriz Osornio Morales. imagen de la red.

11 comentarios:

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Es un buen relato, que bien podía ser parte de una novela.Por otra parte, han eventos tan secretos en la práctica de militares, de un rigor para la supervivencia, que son más duros que la misma guerra. Definitivamente, se aspira más a la paz. Un abrazo. Carlos

**kadannek** dijo...

Este diálogo me deja con un sabor extraño, lleno de emociones confusas, entre impotencia, sorpresa e inquietud.
No hallo muy buenas ese tipo de prácticas, pues más bien parecen una burla para disfrutar de un espectáculo de dolor. Hay otras formas de hacer las cosas, pero en fin.. Diría que lo más importante de todo esto es que nunca terminamos de conocer a las personas, siempre hay una historia, una época, un sueño o un deseo que ignoramos del otro.

Un gusto leerte.

Flor dijo...

Hola Beatriz , un dialogo que bien podía ser un borrador de una novela típica de los comienzos de la segunda guerra mundial , que supongo que los soldados harían esos experimentos , ya que en aquellos años , se experimento mucho con los pobres presos que habían en los campos de concentración , para que la medicina avanzara , pero yo creo sinceramente que eso era terrorífico ver todas aquellas cámaras de gas , habrá tantas cosas que desconocemos que hace el ejercito y no lo sabemos , que no quiero ni pensarlo , te deseo una feliz semana besos de Flor.

Conchi dijo...

Hola Beatriz, como relato de ficción es muy bueno, pero no quiero ni pensar que en la realidad existieran estas practicas en fuerzas especiales o consulares "sería terrorífico".

Besos de Espíritu sin Nombre.

José A. García dijo...

Es la mejor forma de ponerle fin a una charla tan extraña... Sino la única.

Saludos,

J.

taty dijo...

Siempre me ha parecido interesante la pregunta de lo que piensa una persona que mata a otra como cuestión de rutina, un militar, un delincuente, un verdugo. ¿Se va a casa y se afeita, se lava las manos, nada, lo normal, otro día de trabajo? Tú diálogo deja ver lo que ocurren en contacto constante con la violencia, y es que se la trivializa y en el caso de tu cuento, esa trivialization se traduce en un asunto de “chisme de almohada” antes de soñar con los angelitos. Me gustó.

Un abrazo, feliz semana!

Belén Rodríguez dijo...

Un inquietante relato que me hace pensar en que muchas veces la realidad supera a la ficción...
Besitos.

BEATRIZ dijo...

Justo en estos dìas que la guerra se enfatiza màs, temas como este son algo recurrente desafortunadamente. Pero confieso que la idea central era destacar la imposibilidad de conocimiento mutuo, aun en parejas cercanas.

Gracias por el tiempo que toman en leer y comentar, no tiene precio.

jfbmurcia dijo...

Las guerras, siempre las guerras...Te mando un abrazo de paz. Saludos.

Jova dijo...

Hola, el relato me encanto. Es maravilloso, tantos relatos así se quedaron en el pecho de miles de soldados que han vivido los horrores de las guerras. Es que hay cosas que no valen la pena y la guerra es una de ellas. En cuanto a lo de la comunicación en pareja, quizá callamos porque creemos que no es necesario ni bueno para la otra persona saberlo. Saludos

Paula Cruz Roggero dijo...

Interesante relato, y también inquietante... lo militar resulta siempre así.
Un beso grande al alma.
Saludos desde critaldeestrella.blogspot.com o planetasdecristal.blogpot.com o cristalpoesiaerotica.blogspot.com.
Paula.

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